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Encuentro entre el Arcipreste de Hita y la Chata de Malagosto

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Arcipreste de Hita.

Arcipreste de Hita.

El Puerto de Malagosto se encuentra a unos 1.900 metros de altitud, situado en la divisoria actual de las provincias de Madrid y Segovia. Hacia el sur, y a sus pies, se sitúa el magnífico Valle del Lozoya (provincia de Madrid), y hacia el norte, las no menos espectaculares tierras segovianas. Así que por su ubicación y dado que la línea recta es el camino más corto entre dos puntos, el Puerto de Malagosto era de obligado paso para quienes querían acortar el trayecto desde el Valle del Lozoya a la capital segoviana. Si  tenemos en cuenta la dureza del camino -hay un desnivel de 800 metros desde el Valle hasta el Puerto-, además de ser de obligado paso, era un lugar de obligada parada, si se quería evitar eso que llamaban “echar el bofe” antes de iniciar el descenso por la ladera segoviana.

Allá por el siglo XIII y sin necesidad de ningún máster, ni curso especializado de esos que imparten en el extranjero, los paisanos serranos ya sabían que un lugar de paso donde además las cuestas hacían hincar la rodilla, era un buen lugar para poner una venta que reconfortara con bebida, alimento y lecho a los sufridos viajeros. Y la “Administración Pública” de entonces, sabía como lo sabe ahora, que de esos negocios se pueden obtener pingües beneficios a base de impuestos, máxime si se cobraban  tanto a los que regentan el negocio – por el hecho de trabajar- como a los que se hospedaban en el mismo –por el hecho de querer pasar por una paso de montaña-. A estas alturas, el lector ya se habrá percatado de que eso que llaman “hecho imponible” existe desde hace mucho tiempo y es un concepto muy flexible.

Sin embargo, los riesgos que debía entrañar el regentar algunas alberguerías serranas perdidas en lo alto de las montañas, con inviernos terroríficos y  saqueadores por doquier, no debía ser muy apetecible si además había que pagar impuestos. Por eso, un rey Sabio como Alfonso X pensó que lo mejor era eximir del pago de impuestos a los titulares de determinadas ventas como la de Valathome, Fuenfría, Malagosto y Manzanares, y en junio de 1273 estableció la siguiente exención:

“Por fazer bien, e merced a los que moran e moraren dende en adelante en las alberguerias que son Valathome, Fuenfría e de Mançanares, e de Maragosto que an nombre de alberguerias, quitolos de todo pecho, e de todo pedido e de todo servicio, e de fonsado e de fonsadera, et de toda fazendera”.

Hacia el Puerto de Malagosto se dirigió un día Juan Ruiz, Arcipreste de Hita ,  cuando se topó con la ventera serrana de armas tomar a la que llamaban Chata de Malangosto. Lo cuenta en el Libro del Buen Amor, obra del año 1330, esencial de la literatura española del medievo, donde el autor cuenta diferentes aventuras en las que venteras y vaqueras serranas son también protagonistas.

Puede resultar chocante el hecho de que siendo Juan Ruiz  arcipreste, o sea, un clérigo, no disimulara sus amoríos, de hecho no escatima explicaciones e incluso calificaciones que hoy día no serían bien vistas por determinados sectores religiosos. Mucho más recatados han sido los escritores en otras épocas más recientes, ya sea por convicción o por la fuerza,  que lo era este arcipreste con ganas de disfrutar de la vida.

Y si no, no hay más que leer las sabias palabras del propio Arcipreste, que son todo un himno al carpe diem que dicen así:

 

Yo, como soy humano y, por tal, pecador,

sentí por las mujeres, a veces, gran amor.

Que probemos las cosas no siempre es lo peor;

el bien y el mal sabed, y escoger lo mejor.

 

Sin embargo, la paradoja entre la condición clerical y la libertad sexual hay que analizarla en su contexto histórico, y es que resulta que por la época en que vivió el Arcipreste de Hita la Iglesia se encontraba en un período de eso que llaman “moral relajada”.

Hasta que los Reyes Católicos un siglo y medio después no decidieron poner orden, la vida de los monasterios era de todo menos monacal. Por eso los monarcas encomendaron a Francisco Cisneros, confesor de la propia reina, poner orden entre religiosos y religiosas. Como no podía ser de otro modo, esto sentó muy mal a algunos monjes, imaginamos que a todos, pero algunos lo llevaron al extremo de abrazar la religión musulmana o dejar los hábitos. Hasta iniciado el s. XVI no se consiguió meter en vereda a los clérigos. Se cuenta que en Salamanca los frailes dominicos se encerraron armados en señal de protesta, y cuando fueron desalojados recorrieron las calles salmantinas vociferando en “plan manifestación”, acompañados por las prostitutas de la ciudad.

En ese momento de nuestra historia hay que entender al Arcipreste de Hita, a su Libro del Buen Amor y a las aventuras que vivió, entre otras con la Chata de Malangosto, en el Puerto que hoy es el de Malagosto.

 

Cada año, el segundo domingo del verano, el párroco del municipio segoviano de Sotosalbos, acompañado de vaqueros, pastores y amantes de la sierra recrean en Malagosto el encuentro del clérigo con la ventera que el protagonista Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, eso sí, algo faltón y un tanto machista, según los cánones actuales, narró así:

 

 

Pasando yo una mañana

el puerto de Malangosto

asaltóme una serrana

tan pronto asomé mi rostro.

-”Desgraciado, ¿dónde andas?

¿Qué buscas o qué demandas

por aqueste puerto angosto?”

 

Contesté yo a sus preguntas:

-”Me voy para Sotos Albos”

Dijo: -”¡El pecado barruntas

con esos aires tan bravos!

Por aquesta encrucijada

que yo tengo bien guardada,

no pasan los hombres salvos.”

 

Plantóseme en el sendero

la sarnosa, ruin y fea,

dijo: -”¡Por mi fe, escudero!

aquí me estaré yo queda;

hasta que algo me prometas,

por mucho que tú arremetas,

no pasarás la vereda.”

 

Díjele: -”¡Por Dios, vaquera,

no me estorbes la jornada!

deja libre la carrera;

para ti no traje nada.”

Me repuso: -”Entonces torna,

por Somosierra trastorna,

que aquí no tendrás posada.”

 

Y la Chata endiablada,

¡que San Julián la confunda!

arrojóme la cayada

y, volteando su honda,

dijo afinando el pedrero:

-”¡Por el Padre verdadero,

tú me pagas hoy la ronda!”

 

Nieve había, granizaba,

hablóme la Chata luego

y hablando me amenazaba:

-”¡Paga o ya verás el juego!”

Dije yo:-”¡Por Dios, hermosa,

deciros quiero una cosa,

pero sea Junto al fuego!”

 

-”Yo te llevaré a mi casa

y te mostraré el camino,

encenderé fuego y brasa

y te daré pan y vino.

Pero ¡a fe!, promete algo

y te tendré por hidalgo.

¡Buena mañana te vino!”

 

Yo, con miedo y arrecido,

le prometí un garnacha

y ofrecí, para el vestido,

un prendedor y una plancha.

Dijo: -”Yo doy más, amigo.

¡Anda acá, vente conmigo,

no tengas miedo a la escarcha!”.

 

Cogióme fuerte la mano

y en su pescuezo la puso,

como algún zurrón liviano

llevóme la cuesta ayuso.

-”¡Desgraciado!, no te espantes,

que bien te daré que yantes

como es en la tierra uso.”

 

Me hizo entrar mucha aína

en su venta, con enhoto;

y me dio hoguera de encina,

mucho conejo de Soto,

buenas perdices asadas,

hogazas mal amasadas

y buena carne de choto.

 

De vino bueno un cuartero,

manteca de vacas, mucha,

mucho queso de ahumadero,

leche, natas y una trucha;

después me dijo: -”¡Hadeduro!,

comamos de este pan duro,

luego haremos una lucha.”

 

Cuando el tiempo fue pasando,

fuime desentumeciendo;

como me iba calentando

así me iba sonriendo.

Observóme la pastora;

dijo: –”Compañero, ahora

creo que voy entendiendo”.

 

La vaqueriza, traviesa,

dijo: “Luchemos -un rato,

levántate ya, de priesa;

quítate de encima el hato” .

Por la muñeca me priso,

tuve que hacer cuanto quiso,

¡creo que me fue barato!

 

ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO para GUADARRAMISTAS

 



Saponaria officinalis. Jabonera, hierba jabonera, hierba de bataneros, lanera

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Jabonera. Saponaria officinalis

Jabonera. Saponaria officinalis

 

La jabonera Saponaria officinalis de la familia de las cariofiláceas, es una hierba perenne que alcanza los 60 cm de altura y crece en suelos húmedos próximos a los cursos de agua, acompañando al resto de vegetación de ribera.

Se distribuye por casi toda la península Ibérica, pero es más abundante en la mitad norte y escasea en el cuadrante suroccidental peninsular. Florece entre los meses de julio y septiembre.

Entre los usos más conocidos de esta planta, que además le proporcionan su nombre común, se encuentra la elaboración de jabón. La raíces de Saponaria officinalis, ricas en saponinas, una vez secas y trituradas forman en contacto con el agua un sustancia espumosa que se ha empleado para lavar la lana. Precisamente ese uso es el que le proporciona algunos de sus nombres comunes como son hierba de bataneros o lanera.

Sin embargo, como ocurre con multitud de plantas, la hierba jabonera es una planta tóxica, en su caso con efectos irritantes en las mucosas, por lo que si bien en pequeñas dosis posee propiedades expectorantes y favorecedoras de la disolución de la mucosidad, también puede generar irritaciones en los ojos, mucosa bronquial y aparato digestivo. Precisamente por esos efectos irritantes no es aconsejable usarla como sustituto de otro tipo de jabones para la higiene corporal, a lo que hay que sumar que la espuma es perjudicial para peces y otros animales de ríos y arroyos. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

Saponaria officinalis.

Saponaria officinalis.


Quercus ilex. Encina, carrasca, chaparro

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Encinar.

Encinar.

La encina Quercus ilex es un árbol fundamental en el ecosistema del bosque mediterráneo. Aunque su distribución geográfica alcanza a las montañas del norte de África es, sin duda, la península Ibérica, el lugar donde la encina encuentra su residencia. Prácticamente toda la Península tiene bosques más o menos frondosos de esta especie de fagácea, algo más escasa en Galicia. Si todos los árboles merecen nuestro respeto, la encina es como ese anciano sabio al que además de manifestar respeto hay que  venerar y saber escuchar.

Cuando presumimos de cultura mediterránea no podemos olvidar que la encina es esencial en nuestra civilización. Los encinares actuales son, en muchos casos, el fruto de cientos de años de interacción con el ser humano, con la ganadería, con el carboneo y con el uso racional y sostenible de lo que la naturaleza nos proporciona.

Una encina puede vivir más de mil años. Suele asentarse en terrenos silíceos, aunque también la encontramos en suelo calizo, ya sea silvestre y natural formando bosques, o domada por la mano del hombre en dehesas. Si la orografía lo requiere ocupa los barrancos y depresiones del terreno.

La encina no pierde sus hojas, o no lo hace de golpe, las va renovando, poco a poco, de tal modo que cada período de cuatro o cinco años las ha cambiado por completo. Las hojas están adaptadas por su grosor y pilosidad para soportar el calor evitando la pérdida de humedad.

Quercus ilex. Hojas.

Quercus ilex. Hojas.

Si observamos detenidamente las hojas de la encina podemos comprobar como las externas, más expuestas al sol, son más gruesas y pequeñas que las del interior, las protegidas por la sombra. En verano, con el fresco de las primeras horas de la mañana realizan su mayor actividad de fotosíntesis. A medio día cesan en su actividad, volviendo a retomarla cuando el calor desciende al final de la tarde. De este modo, regulan la temperatura, conservan la humedad y almacenan clorofila para los duros períodos invernales donde llegan a soportar temperaturas de –25 grados. Por si ello fuera poco, las hojas se defienden de ser consumidas por herbívoros gracias a sus puntiagudas terminaciones. En resumen, pocos ejércitos pueden presumir de “soldados” tan fuertes y bien preparados que pueden alcanzar los 1.000 años de edad.

Bellotas.

Bellotas.

Quercus ilex. Floración.

Quercus ilex. Floración.

Esa fortaleza es la que permite su subsistencia, y también la de infinidad de animales que buscan en ella cobijo y alimento. El encinar es uno de los ecosistemas más ricos en flora y fauna.

Las bellotas son su fruto, empleado como alimento, no solamente del ganado porcino, también del ser humano que las ha usado mezcladas con distintos cereales para dar consistencia al pan en épocas de escasez. También poseen propiedades medicinales la corteza y las bellotas. Las hojas poseen  propiedades astringentes y por eso se han empleado para combatir la diarreas y otros trastornos intestinales.

La madera posee un gran poder calorífico y es una de las más apreciadas como combustible. Además, de ella se obtiene un extraordinario carbón vegetal.

Podemos encontrar dos subespecies de encina: Quercus ilex subsp. ilex de hasta 25 metros de altura, que prolifera en las zonas más septentrionales de la Península, hasta los 1.200 metros de altitud, y Quercus ilex subsp. ballota, de menor altura, unos 15 metros, y que vive en el interior peninsular y enclaves con climas más extremos que su congénere. Las bellotas de esta especie son más dulces que la de Quercus ilex subsp. ilex y puede encontrarse hasta los 2.000 metros de altitud. ÁNGEL S. CRESPO  para GUADARRAMISTAS

Encina.

Encina.


Arctostaphylos uva ursi. Gayuba, uva ursina, manzanilla de pastor

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Gayuba. Arctostaphylos uva ursi.

Gayuba. Arctostaphylos uva ursi.

La gayuba es una planta perenne  con tallos de hasta 2 metros que se extienden por el suelo y  cuelgan si se encuentran con un talud o desnivel.

Las flores aparecen en primavera entre los meses de marzo y junio y tienen una forma muy parecida a las de los brezos, arándanos y madroños, algo que no es casualidad, ya que estas plantas pertenecen a la familia de las ericáceas.

Los frutos de la gayuba son rojos, redondos y muy apetecidos por gran cantidad de animales, entre ellos los osos. Precisamente el oso pardo Usus arctos que es uno de los mayores consumidores de los frutos de gayuba, otorga el nombre científico a la planta; Arctostaphylos procede del griego Arctos que significa oso, y taphylos que quiere decir racimo, y por si fuera poco y para dejarlo claro, uva ursi significa en latín uva de oso. Parece ser que las semillas excretadas por los osos en sus deposiciones tienen más facilidad para germinar, aunque la planta se las apaña sola, ya que lo más habitual es que se multiplique por acodo.

La gayuba se distribuye por la mayor parte de la Penínusla Ibérica, aunque va haciéndose más escasa a medida que nos acercamos a la zona más occidental, llegando a faltar en Portugal. Se adapta tanto a suelos silíceos como calizos y llega a tapizar grandes extensiones de terreno incluyendo pinares, quejigares y melojares no muy densos. La podemos encontrar desde los 100 hasta los 2.000 metros de altitud e incluso altitudes superiores. Le gustan las zonas algo frescas y húmedas con preferencia por la montaña. Fuera de la Península su distribución abarca  todo el hemisferio norte, tanto en América,  como en Europa y Asia.

Su crecimiento postrado y tapizante ayuda a evitar la erosión del terreno. Las raíces aportan firmeza a taludes y desniveles, que además retienen el agua que no serían capaces de retener sin la presencia de la planta.

Como planta medicinal, la gayuba ha sido siempre recolectada por sus propiedades. Existen productos a base de gayuba para combatir la cistitis y las enfermedades del tracto urinario. También se toma como infusión, llamada en muchos puntos de Castilla y León, té de gayuba. Se emplea para tratar la uretritis y otras enfermedades urológicas como los trastornos de vejiga y la retención de orina.

Las constatadas propiedades de Artostaphylos uva ursi como planta medicinal han propiciado una excesiva recolección que no sería preocupante si tuviera como destino un puntual uso personal. Sin embargo, la comercialización como planta medicinal ha generado en algunos puntos de la Península que la recogida se haya convertido en un negocio. Lamentablemente es lo mismo que ocurre con los hongos, y en general con todo aquello que se pone de moda y aporta dinero. De cada 20 Kg de hojas de gayuba recolectada, se obtienen solamente 4 Kg de hoja seca para comercializar, así que la cantidad a recoger para obtener ganancia es muy alta, y el destrozo también. Los terrenos en desnivel y taludes despojados de la cobertura que ofrece la gayuba se erosianan con facilidad y rapidez, con el consiguiente perjuicio que ello conlleva para el resto de flora y fauna. ÁNGEL S. CRESPO  para GUADARRAMISTAS

Gayuba. Arctostaphylos uva ursi.

Gayuba. Arctostaphylos uva ursi.


Dipsacus fullonum. Cardencha, cardo de cardar, cardo del cardador, cardoncha, cardincha, raspasayos

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Dipsacus fullonum.

Dipsacus fullonum.

Cardencha, cardo  de cardar, cardo del cardador, cardoncha, cardincha o raspasayos, son solamente algunos de los nombres vulgares que recibe la especie Dipsacus fullonum, cardo de la familia de las dipsacáceas o Dipsacaceae.

Dipsacus fullonum es una planta bienal, que florece entre los meses de junio y agosto, y puede alcanzar los 2 metros de altura. Su floración es peculiar, ya que lo hace por franjas, y las primeras flores en abrirse son las de la zona central de las cabezuelas. Se encuentra distribuida por todo el hemisferio norte, incluyendo por supuesto la península Ibérica, en lugares donde la humedad sea abundante. Los trampales o zonas temporalmente encharcadas y sus proximidades son el refugio perfecto para este vistoso cardo cuyas flores y semillas proporcionan alimento a multitud de especies de insectos y aves.

Entre las hojas  de su espinoso tallo se  crean una especie de cuencos que retienen el agua. Se cree que la planta extrae suplementos de nitrógeno a través de los insectos que perecen atrapados en esas zonas de la planta.

Las cabezas o cabezuelas de la cardencha se han usado para cardar la lana, de ahí que uno de sus nombres comunes, cardo cardador, derive de dicho uso tradicional.

Las propiedades medicinales de la cardencha son similares a las de otros cardos. El producto resultante de la decocción de sus raíces en agua posee efectos diuréticos y depurativos. Además de favorecer la disminución de ácido úrico y toxinas, estimula la sudoración y, con ello, facilita la eliminación de impurezas en la piel. ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO para GUADARRAMISTAS

Dipsacus fullonum. Cardencha.

Dipsacus fullonum. Cardencha.


El Pinar de los Belgas. La Sociedad Belga de los Pinares del Paular

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La toponimia de la Sierra de Guadarrama recoge en muchos casos nombres extranjeros como Camino Schmid, o patronímicos como los que se aplican a la conocida Ducha de los Alemanes o la frecuentada por los esquiadores,  Loma del Noruego. Y es que la Sierra de Guadarrama no solamente ha sido objeto de estudio, paseo y deleite de los habitantes serranos. Muchos ilustres extranjeros “colonizaron” este pedazo del Sistema Central, barrera y paso entre las dos Castillas y fuente inagotable para los ríos de sus dos vertientes, Duero y Tajo.

Llama la atención que uno de los pinares más densos y añejos de nuestra sierra, situado en el municipio de Rascafría –Madrid-, en la falda meridional de Peñalara, tenga atribuido el nombre de Pinar de los Belgas.

Para narrar la historia de estos pinares podemos retroceder en el tiempo casi tanto como deseemos, ya que su vida está relacionada con las ambiciones de riqueza de tantos y tantos hombres que durante siglos han perseguido su explotación. Quizá por eso resulta extraño que a día de hoy sigan perdurando y mantengan su esplendor.  Aunque lo que no han podido los años, ni las talas, ni los pleitos y cuitas lo pueda destrozar cualquier dominguero arrojando una colilla desde su coche, mientras sube al Puerto de Cotos, o uno de esos pirómanos que cada año asolan los bosques, y de los que nunca jamás conocemos nombres o motivos, una vez que el incendio se ha extinguido y ha pasado el sobresalto mediático. Esperemos que eso no ocurra por el bien del pinar y el nuestro.

Sociedad Belga del Paular.

Sociedad Belga del Paular.

El Pinar de los Belgas o los Pinares del Paular como también se les denomina,  vienen a ser la continuación del Pinar de Valsaín por el otro lado de Peñalara, algo así como el envoltorio de la montaña que con excepción de sus partes más altas y desabridas se recubre con dos densas masas forestales en cada una de sus laderas. Y del mismo modo que el Pinar de Valsaín perteneció a la Ciudad y Tierra de Segovia desde el s. XII, el pinar de la ladera sur, también era propiedad segoviana.

Sin embargo, en 1675 el poder de los monjes cartujos del Monasterio de El Paular, que era mucho poder, se hizo efectivo con una Real Cédula de Carlos II que les concedía el  dominio sobre el monte en detrimento de la Ciudad y Sierra de Segovia. No en vano, los cartujos ya habían hecho sus “pinitos” en el Valle del Lozoya, y nos referimos a lo concerniente a la tala de pinos, porque en lo relativo a  explotación de pastos para sus ganados tenían todas los derechos desde 1390. Aún así no podían los monjes evitar la tentación de echar mano a la madera, y más de un pino sucumbió a sus hachas y fue objeto de comercio en poblaciones cercanas al Valle.

En cualquier caso, los pleitos entre segovianos y cartujos por un “quitame allá esos pinos” se dieron por terminados con la mencionada Real Cédula de Carlos II. La cosa quedó en rotunda victoria para los monjes. Con la Iglesia habían topado los recios segovianos, que más tarde toparon con el monarca, ya que los pinares de Valsaín acabaron siendo propiedad del rey Carlos III en 1761, aunque sí tuvo la delicadeza el monarca ilustrado de dejarles sacar ramas de acebo para el Domingo de Ramos y piornos de las alturas para proteger los ventisqueros; menos da una piedra. A cambio, eso sí, el Pinar de Valsaín permaneció intacto y vigilado. Nunca sabremos qué hubiera ocurrido si su explotación hubiera quedado al arbitrio de vaya usted a saber qué administrador, que tampoco los ciudadanos de a pie somos hermanitas de la caridad, y menos en lo que se refiere a los asuntos de la naturaleza.

Así las cosas, a comienzo del s. XIX todo estaba repartido y los Pinares de Valsaín eran conocidos como “Pinar del Rey” y los del lado madrileño como “Pinar de los Frailes”.

En 1837, la Desamortización de Mendizabal arrebató a los cartujos o puso a disposición del pueblo, como queramos, los pinares de la zona madrileña que fueron adquiridos por una sociedad civil belga para su explotación. La decisión levantó ampollas, ya sabemos que en nuestro país molesta mucho que los extranjeros se hagan con el control de nuestras cosas, ya sean pinares, banca o eléctricas, y de hecho algunos levantamientos patrióticos se llegaron a producir, pero la sangre no llegó al río y los pinares fueron para los belgas que los explotaron a través de la sociedad denominada Sociedad Belga de los Pinares de El Paular.

Hoy día, estos pinares y los de Valsaín son un ejemplo de explotación maderera. Su estado de conservación es óptimo y cabe preguntarse qué hubiera ocurrido si la Sociedad Belga de los Pinares del Paular no se hubiera hecho con su aprovechamiento. La respuesta es sencilla, hubiera ocurrido exactamente lo mismo que ocurrió con los aledaños pinares de Malagosto y el Reventón, que fueron completamente talados para obtener el máximo beneficio posible en el menor espacio de tiempo posible. Eso fue lo que hicieron con ellos los empresarios patrios a los que se adjudicaron aquellos montes. Y es que la cultura del pelotazo parece que viene de lejos. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS


Xylocopa sp. Abejorro carpintero, abejorro azul

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Xylocopa.

Xylocopa.

El género Xylocopa comprende distintas especies de himenópteros difíciles de diferenciar. Es común verlos entre las flores ensimismados en la recolección de polen y néctar. Los abejorros carpinteros o abejorros azules, como se les denomina comúnmente, poseen un vuelo potente y ruidoso, y no dudan en sobrevolar a nuestro alrededor o incluso intimidarnos si les resultamos molestos, a lo que ayuda el tamaño de su cuerpo, entre 2 y 3 cm, y su envergadura alar cercana a los 5 cm.

Una de las preguntas más habituales que solemos hacernos es si la xylocopa o abejorro carpintero pica. La respuesta es que las hembras tienen aguijón y, por supuesto, pueden emplearlo, pero realmente son pacíficas, muy pacíficas si las comparamos con las avispas comunes de las que son parientes y que no dudan en picar ante la mínima molestia. Por lo general, su aspecto grande y su zumbido son suficientes para disuadirnos y alejarnos, así que a no ser que capturemos alguna hembra con la mano, será muy raro que usen su aguijón contra nosotros.

Las xylocopas hacen sus nidos en la madera, pero no se alimentan de ella como mucha gente cree. Los restos de madera que se encuentran cerca de los nidos de xylocopa son el resultado de la excavación que practican con sus mandíbulas para elaborar galerías. En éstas depositan sus huevos, no muchos,  y almacenan el polen y el néctar para sus larvas que pueden tener 3 cm de longitud.

Las xylocopas son consideradas solitarias, es decir, no forman colmenas o enjambres como otros himenópteros, aunque los nidos de las diferentes hembras sí pueden estar muy cerca unos de otros.

En algunas especies del género Xylocopa la madre convive con las hijas y llegan a distribuirse el trabajo, unas vigilan y cuidan del nido, mientras que otras acuden a conseguir alimento, pero nunca llega a ser una estructura tan organizada como la de las abejas o avispas sociales.

Los machos del abejorro carpintero suelen tener los ojos más grandes que las hembras, algo fundamental en su constante labor de vigilancia y observación de las hembras, a las que persiguen para la cópula.

En muchas casos, las xylocopas o abejorros carpinteros deciden instalar su nido en alguna construcción humana de madera. Esta decisión, que puede inquietarnos en principio, no reviste gravedad alguna. En primer lugar porque las xylocopas no crean enjambres, así que no hay peligro de que lleguen a crear una gran colonia, y en segundo lugar, porque no se alimentan de madera y sus túneles son muy superficiales, de modo que nunca llegan a poner en peligro la resistencia de la construcción.

Una de las especies del género más comunes en nuestros campos es Xylocopa violacea, caracterizada por el tono violáceo o azulado de su cuerpo y alas, que reflejan unas bonitas irisaciones. Al igual que el resto de sus parientes del género son grandes polinizadoras. Las podemos encontrar distribuidas por toda la Península Ibérica, en cualquier lugar donde haya flores de las que puedan obtener el preciado alimento para sus larvas. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

Xylocopa sp.

Xylocopa sp.


Sorbus aucuparia. Serbal de los cazadores, serbal silvestre, serbal

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Serbal de los cazadores. Frutos.

Serbal de los cazadores. Frutos.

El serbal de los cazadores es un árbol caducifolio de tamaño medio. No supera los 15 metros de altura y crece de forma aislada o junto a otros árboles, como robles y hayas hasta una altitud de 2.500 metros.

Su nombre científico aucuparia, proviene del latín aucupor, que significa cazar aves, y de ello deriva su nombre común serbal de los cazadores. Parece que los frutos han sido utilizados por lo cazadores como reclamo para atraer y cazar las aves que gustan de consumirlos.

Con esos frutos se han elaborado desde antiguo mermeladas, compotas y jaleas. Sin embargo no es aconsejable comerlos crudos ya que son ácidos y contienen parasorbina, una sustancia que provoca irritación gástrica, pero cuyo efecto nocivo para la salud desaparece con la cocción.

Entre las propiedades más importantes de los frutos de Sorbus aucuparia se encuentra la gran riqueza en vitamina C. De hecho, durante la Segunda Guerra Mundial, en los países del centro y norte  de Europa, el serbal de los cazadores fue denominado “el limonero del norte”, ya que suplía la carencia de los cítricos que no se cultivan en esas zonas frías, y que por el desabastecimiento producido por la guerra, no llegaban desde el Mediterráneo.  De ese modo, los frutos del serbal se convirtieron en un remedio contra el escorbuto, enfermedad producida por la falta de vitamina C. En el centro y norte de Europa además de mermeladas, jaleas y compotas, se elaboran licores y vinagres, e incluso en épocas de escasez, los frutos han hecho las veces de pan.

Desde el punto de vista medioambiental, el serbal aporta alimento a gran número de mamíferos y aves.  Los osos de las montañas palentinas y leonesas sienten predilección por estas bayas de color naranja, algo que no ha pasado desapercibido a la sabiduría popular, ya que por allí llaman al árbol mostaja de oso. Pero no solamente gustan de los frutos los osos,  también los zorros, martas y garduñas. Entre las aves, los camachuelos Pyrrhula pyrrhula son voraces consumidores, y no le faltan admiradores entre currucas, arrendajos, zorzales, estorninos, mirlos y petirrojos.

Su madera, muy dura, es capaz de resistir usos que provocan un gran desgaste.

El serbal de los cazadores se extiende principalmente por la mitad septentrional de la Península y en el sur llega a Sierra Nevada.

Está presente en la Sierra de Guadarrama, en zonas frescas y húmedas de montaña que constituyen su hábitat natural.

Sorbus aucuparia está protegido por la ley en la Comunidad de Madrid y en Andalucía. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

Detalle de Sorbus aucuparia.

Detalle de Sorbus aucuparia.



De profesión, espartero

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Esparto. Stipa tenacissima.

Esparto. Stipa tenacissima.

 

El esparto forma parte de esas materias primas naturales esenciales en la elaboración de utensilios domésticos y herramientas de trabajo. Serones, esportones, cuerdas, esteras, esterillas y capachos son solamente algunos de los instrumentos manufacturados con esparto. Los llamados cinchos, con los que se envuelven los quesos y se extrae el suero, o los capachos de prensado empleados en las almazaras de aceite, son otras formas de uso del esparto, en este caso, como instrumento o herramienta para conseguir elaborar productos básicos.

Aunque su aspecto parece recordarnos al de un junco, el esparto es una gramínea, eso sí, de gran porte. Su nombre científico hace referencia a su resistencia y dureza tenaz, no en vano se denomina Stipa tenacissima. Su distribución peninsular esta relacionada con suelos de carácter yesoso, que se sitúan en el centro y sur peninsular. Los atochares, como se denominan los montes gipsícolas donde el esparto prolifera, son lugares secos, duros, con poca precipitación y muchas horas de sol. Las macollas de esparto son cepellones herbáceos de los que sobresalen las hojas altas, recias y cortantes, que se empleaban en la elaboración de los diferentes utensilios.

En esos ambientes realmente poco apacibles, con escasa o nula vegetación arbórea, debían trabajar en la recolección de esparto los esparteros. Para ello, estos hombres se ayudaban de la cogedera, un instrumento consistente en un simple palo que portaban colgado de la muñeca y en el que enrollaban las hojas para arrancarlas de cuajo del cepellón. De ese modo no se dañaban las manos al ser el palo o cogedera el que soportaba toda la fuerza y los desgarros y arañazos del cortante y áspero esparto.

Una vez recogido, el esparto, después de limpio y seleccionado, se dejaba secar en el suelo. Para conseguir una mayor flexibilidad, necesaria en las posterior manufacturación, los manojos de esparto tenían que ser introducidos en balsas de agua donde permanecían varios días. Para romper la fibra y hacerlo dúctil también era preciso golpearlo en repetidas ocasiones.

Las labores relacionadas con el esparto podían tener más de un protagonista. De hecho, los recolectores eran los denominados atocheros, mientras que con el material se elaboraban distintos objetos que daban lugar a otros tantos nombres de oficios. Así, los que realizaban esteras eran los estereros, cofineros los elaboradores de capazos, alpargateros los fabricantes de alpargatas y sogueros los de soga, además de muchos otros relacionados con los objetos fabricados o con el proceso elaboración.

la importancia de la industria del esparto fue tan grande que en los años 40 y 50 del s.XX se llegó a crear en España el llamado Servicio Nacional de Esparto, un organismo de gestión dependiente entonces del Ministerio de Industria Comercio y Agricultura, y es que en aquellos años el esparto y las actividades que generaba constituían un sector económico muy importante.

En la actualidad, las labores relacionadas con esta gramínea no son relevantes, si acaso, siguen elaborándose objetos artesanales y artísticos. Otros materiales menos naturales pero menos costosos de obtener y elaborar han suplido a la fibra vegetal por excelencia de las estepas españolas. A cambio, los espartales han recuperado todo su esplendor y valor ecológico, que, sin duda, habrían perdido si su explotación  hubiera continuado de forma masiva. Los atochares,  por su aspecto desértico, parecen a simple vista no albergar mucha vida, pero la realidad es que cobijan especies vegetales de alto valor ecológico y una fauna adaptada a la sequedad y duras condiciones del terreno que solamente puede encontrarse en su entorno. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS


Matthiola fruticulosa. Alhelí triste, alhelí de campo

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Matthiola fruticulosa. Alhelí triste.

Matthiola fruticulosa. Alhelí triste.

Matthiola  fruticulosa, a la que se denomina comúnmente alhelí triste o alhelí de campo, es una planta herbácea de la familia de  las crucíferas que forma pequeñas y vistosas matas con flores rosadas de pétalos rizados.

Su área de distribución comprende la cuenca mediterránea. Habita preferentemente terrenos secos y rocosos en suelos calizos, margosos o yesosos.

Matthiola fruticulosa florece entre los meses de marzo y agosto con una nueva floración a finales de septiembre y durante el mes de octubre.

En cuanto a sus propiedades medicinales, hay que observar que los alhelíes tienen propiedades cardiovasculares que solamente deben ser empleadas bajo prescripción médica  en compuestos farmacológicos, ya que sus efectos son similares a los que producen las plantas del género Digitalis.

El alhelí triste o alhelí de campo no es muy común en el área de la Sierra de Guadarrama. Dado que requiere terrenos calizos o yesosos, solamente es posible encontrarla en la estrecha franja de calizas cretácicas en las que también existen afloramientos yesosos de la comarca de Torrelaguna, situada en la rampa serrana o piedemonte oriental de la comunidad de Madrid. Sí es frecuente en el sur y este de la comunidad madrileña.

En el resto de la Península Ibérica su distribución ocupa principalmente el área mediterránea y  la mitad sur, donde la escasez de lluvias y la naturaleza del suelo favorecen su proliferación. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS


Heracleum sphondylium. Pie de oso, lampaza, branca ursina, espondilio, hierba de Hércules

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Heracleum sphondylium.

Heracleum sphondylium.

Heracleum sphondylium es una planta de casi 2 metros de altura perteneciente a la familia de las umbelíferas. Su nombre científico Heracleum está relacionado con Hércules, precisamente por su aspecto gigante y poderoso. Se la conoce como pie de oso por la forma de sus hojas basales, grandes y palmeadas, que se asemejan a una pisada de oso, y que miden más de 120 cm de largo y casi 1 metro de ancho. Las flores blancas aparecen en los meses de junio y julio.

El área de distribución del pie de oso, lampaza, branca ursina, espondilio o hierba de Hércules abarca el centro y mitad septentrional de la Península Ibérica, aunque de forma dispersa. También prospera en algunos puntos de Andalucía occidental y oriental en los que se reúnan las condiciones de humedad necesaria. En las provincias del norte crece desde el nivel del mar, mientras que más hacia el sur necesita de la humedad que se genera en las zonas montañosas, claros húmedos de bosque, prados montanos y de siega o valles con abundante agua.

Las hojas de esta planta, perteneciente a la familia de las apiáceas, contienen una sustancia denominada furanocumarina, que en contacto con la piel produce una especie de quemaduras. Las manchas cutáneas pueden quedar de forma permanente si además se exponen al sol. Esa misma sustancia está presente de forma mucho más acusada en otra planta de la misma familia, Heracleum mantegazzianum, llamado perejil gigante, muy similar a Heracleum sphondylium, de más de 3 metros de altura.  Proveniente del Cáucaso, está colonizando gran parte de Europa. Convertida en planta invasora, el perejil gigante está desplazando a la vegetación autóctona allá donde prolifera y, además, resulta un peligro por los efectos vesicatorios de sus hojas. Afortunadamente no hay constancia de la presencia de Heracleum mategazzianum en España, aunque en Francia ya se considera planta invasora, lo cual nos hace pensar que no tardará mucho en acabar introduciéndose en nuestro país.

Propiedades y usos medicinales: se considera que Heracleum sphondylium es eficaz contra los parásitos intestinales, hipotensora, diurética y sedante. También se comercializa como tintura de branca ursina, a modo de estimulante y afrodisíaco, no sabemos si por sus componentes  o por eso del tamaño de la planta y la relación de su nombre con Hércules. ÁNGEL S. CRESPO  para GUADARRAMISTAS

Pie de oso, Branca ursina.

Pie de oso, Branca ursina.


LA LOMA DEL NORUEGO. UN NORUEGO LLAMADO BIRGER SÖRENSEN

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Los esquiadores que frecuentan, en la Sierra de Guadarrama, las pistas de las estaciones invernales de Valdesquí  y Navacerrada, conocen sobradamente este enclave. Desde el Alto de las Guarramillas o Bola del Mundo, en dirección norte y de camino hacia el Puerto de Cotos, un sendero transitable en verano y normalmente repleto de nieve en invierno, nos permite recorrer el alargado alcor llamado Loma del Noruego.

Como ocurre muchas veces con los lugares por donde paseamos, conocemos los nombres y la forma de acceder, pero nunca nos preguntamos el por qué de dichas denominaciones. Así que, por si alguien se ha planteado alguna vez quién es ese noruego de la loma, ahí va la historia de un personaje que todavía hoy  perdura en el recuerdo, dando con su nacionalidad apellido a una de las muchas crestas de la Sierra de Guadarrama.

Birger Sörensen nació en 1877, en la ciudad noruega de Fredrikstad. LLegó a Madrid para encargarse de la sucursal de la empresa familiar Compañía de Maderas Sörensen Jakhelin y CIA, situada en la Calle Argumosa de Madrid. Esta empresa tenía su centro de actividades en la localidad de Barum, en la región noruega de Christiania. Curiosamente, en esta región noruega se inauguró la primera escuela europea de esquí moderno y se celebró el primer campeonato internacional.

Con este historial,  Birger Sörensen no podía dejar de pensar en la nieve y en sus viajes hasta Rascafría, donde acudía al aserradero de la Sociedad Belga de los Pinares del Paular  para hacer encargos de madera, encontró en la Sierra de Guadarrama un reducto donde dar rienda suelta a su afición por el esquí. También descubrió que en la España de la época existían algunos personajes extraños a los que les gustaba el deporte y la naturaleza, y que sentían pasión por nuestra sierra. A la cabeza de esos excursionistas se encontraba Manuel Bartolomé Cossío y otros ilustres guadarramistas como Manuel González de Amezúa, fundador del Club Alpino Español. Junto a Sigurd Christiansen, su apoderado en la empresa familiar, comenzó Sörensen a iniciar a estos entusiastas españoles en la práctica del esquí, e incluso les fabricó los esquíes en su fábrica de madera. Así que podemos decir que en la fábrica madrileña de la Calle Argumosa, en el actual barrio de Lavapiés, se fabricaron los primeros esquís de España.

Esquíes antiguos como los que utilizó, seguramente, Birger Sörensen.

Esquís antiguos como los que utilizó, seguramente, Bidrger Sörensen.

Por desgracia, Birger Sörensen falleció muy joven, en 1910, a los 33 años de edad, víctima de unas fiebres tifoideas. El hombre avanzado, llegado de Noruega, que introdujo el esquí moderno en España, no pudo sortear una enfermedad que no supo cómo combatirse hasta años más tarde.

Queda su recuerdo en la toponimia de la Sierra de Guadarrama, en un enclave frecuentado por esquiadores, que rinden homenaje, muchos de ellos sin saberlo, a Birger Sörensen, el noruego. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS


Brenthis hecate. Hechicera, mariposa hechicera

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Brenthis hecate.

Brenthis hecate.

Brenthis hecate es una mariposa diurna, no muy abundante, que podemos localizar en zonas frescas de áreas montañosas. La distribución de la mariposa hechicera en la Península Ibérica se concentra en esos puntos serranos principalmente del norte, centro y este (Sistema Cantábrico, Sierra Nevada, Sierras de Cazorla y Segura, Montes Universales, Sierra de la Demanda, puntos de Soria, Huesca, así como en las Sierras de Guadarrama, Ayllón y Sierra del Rincón, éstas últimas en la provincias de Madrid y Guadalajara), con colonias localizadas y no muy numerosas.

Más allá de la Península, se encuentra en el este de Europa –Turquía, Grecia, República Checa, Eslovaquia, norte de Italia y sureste de Francia-.

Brenthis hecate, a la que comúnmente se denomina mariposa hechicera, tiene una única generación anual que vuela entre los meses de junio y julio. Las orugas hibernantes de esta mariposa, perteneciente a la familia Nymphalidae, se aliementan de plantas del género Filipendula y Dorycnium.

Su tamaño oscila entre los tres y cuatro centímetros de envergadura. En la Sierra de Guadarrama sus colonias se circunscriben a algunos enclaves del Valle del Lozoya y a las proximidades del Puerto de Cotos. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS

Brenthis hecate. Hechicera.

Brenthis hecate. Hechicera.


La Estación Biológica del Ventorrillo

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Cualquiera que haya circulado por la carretera M-601 en el tramo  que discurre entre el Puerto y el pueblo de Navacerrada, ha tenido que ver, aunque sea de refilón a través de la ventanilla de su vehículo, las instalaciones de la Estación Biológica del Ventorrillo.

El nombre parece indicarlo todo, estación biológica, y uno puede suponer que es un lugar donde se llevan a cabo estudios biológicos. Efectivamente es así, y no es poca cosa en un país al que le cuesta un mundo llevar a cabo estudios científicos y destinar dineros y edificios a semejantes fines. Lo que no nos podemos imaginar es que este lugar de apariencia modesta, situado en esa curva que los vehículos forzosamente han de  tomar con calma, fue en su momento uno de los lugares punteros en la investigación europea. Sí, de toda Europa y ubicado en la Sierra de Guadarrama, en España.

Edificio de la estación biológica.

Edificio de la estación biológica.

A principios del s. XX no existía lo que ahora llamamos el “I+D+I”, algo que designamos con abreviaturas, con la confianza casi irrespetuosa del que está muy acostumbrado a su trato cotidiano, y que quiere decir, Investigación más desarrollo más Innovación. Tampoco se hablaba de la marca España, ni de esas cosas vacuas de la actualidad que sirven para presumir, propias de los países de mil discursos y pocos recursos. Había entonces entusiasmo, confianza en que el futuro pasaba por la cultura, la ciencia y una labor bien hecha. Por desgracia, como tantas otras cosas, aquella realidad terminó con la fatídica guerra civil y sus nefastas consecuencias.

En la primera década del s. XX, todo aquello que la Institución Libre de Enseñanza, con Giner de los Ríos a la cabeza, había ido generando en torno a los más amplios aspectos de la cultura, tomó forma en el ámbito científico con la creación de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Se nombró director de este organismo, nada más y nada menos que a Don Santiago Ramón y Cajal. En 1911 se creó la Estación de Biología Alpina del Guadarrama, que construyó el edificio del Ventorrillo a finales de 1911.

Constaba por entonces El Ventorrillo con dos pisos, en los que además de laboratorios, microscopios, un observatorio meteorológico y un sismógrafo, los científicos tenían sus propias dependencias en las que podían pernoctar. Allí realizaron investigaciones y organizaron encuentros importantes  entomólogos como Ignacio Bolívar, García Mercet, Dusmet, Martínez de la Escalera o Rene Oberthur ; botánicos como Carlos Vicioso, Antonio Casares o Emilio Huguet; el geólogo Carlos Vidal Box, y en definitiva, una inacabable lista de científicos ilustres, españoles y europeos. Algunos de ellos pusieron  sus apellidos a los insectos y las plantas que observamos en nuestros campos, y a los que hoy recordamos cada vez que empleamos los complicados nombres científicos que la taxonomía emplea.

La guerra civil terminó con todo aquello. Ignacio Bolívar, que presidía la Junta, tuvo que exiliarse en México, se suprimió la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, y aquel centro del Ventorrillo que fue la admiración de los científicos europeos se acabó convirtiendo en 1939 en la residencia de verano del ministro franquista José Ibáñez Martín -no confundir con José Ibáñez Marín-.

El nuevo ministro de Educación tenía claras dos cosas: que El Ventorrillo era un lugar ideal para pasar el verano, tanto que además de convertirla en su residencia veraniega se construyó una piscina y una capilla; y  los derroteros que a partir de entonces iba a tomar la ciencia en nuestro país. Al respecto de esto último, recordamos un par de frases en lo que fue el discurso inaugural del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, organismo que sustituyó a la depuesta Junta, y de la que José Ibáñez Martín fue nombrado presidente. Decía así:

“…Queremos una ciencia católica. Liquidamos, por tanto, en esta hora, todas las herejías científicas que secaron y agostaron los cauces de nuestra genialidad nacional y nos sumieron en la atonía y la decadencia. [...] Nuestra ciencia actual, en conexión con la que en los siglos pasados nos definió como nación y como imperio, quiere ser ante todo católica…”.

Actualmente, El Ventorrillo es una estación biológica de campo perteneciente al Museo Nacional de Ciencias Naturales, dependiente del CSIC, y trata de aproximarse a la esencia de lo que en su día fue. Podemos estar seguros de que las intenciones de los biólogos que en ella trabajan son ésas, lo que no sabemos es si en el espíritu de los gobernantes subyacen las ideas de la Institución Libre de Enseñanza o las del ministro veraneante José Ibáñez Martín. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS


Agrimonia eupatoria. Agrimonia, hierba de San Guillermo, hierba de las heridas, hierba del podador

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Agrimonia eupatoria. Detalle.


Agrimonia eupatoria. Detalle.

La agrimonia Agrimonia eupatoria forma parte de las plantas medicinales usadas desde la antigüedad. Su nombre científico parece provenir de un antiguo estudioso de las propiedades curativas de las plantas, el rey griego Mitrídates Eupator, rey de Ponto, que compaginaba su afición a la botánica con las guerras contra los romanos.

El propio Mozart compuso la música para una ópera en la que el rey Mitrídates era el protagonista. Mitridate, Rè di Ponto se llama y para los interesados en ella, se puede decir que reúne todos los requisitos de un culebrón de los de ahora. Un rey con dos hijos, que es dado por muerto, y cuya prometida se enamora de uno de ellos, mientras que el otro hijo se enamora a su vez de ella. Peleas entre hermanos,  el padre que parecía muerto no lo estaba y se encuentra con la papeleta cuando vuelve. Al final, el padre herido en combate se arroja sobre su espada y se deja morir por amor a todos ellos, o por quitarse el problema de encima. Así se convierte en héroe y referente en la lucha contra los pérfidos romanos.

Hay quienes afirman que el nombre eupatoria no tiene nada que ver con el rey  Eupator, sino con hepatorium, que quiere decir remedio contra el hígado, pero hay que reconocer que si tenemos que elegir, nos quedamos con la historia del rey, mucho más poética e interesante que eso de  “remedio para el hígado”. Cosas de las etimologías.

Siguiendo con la planta, sí está totalmente comprobado que los franceses empleaban la agrimonia en un preparado que denominaban allá por los siglos XV y XVI eau d´arquebusade, en castellano agua de arcabuzazo, y que se empleaba para curar las heridas producidas por disparos de arcabuz, una de las armas de fuego de la época, algo rudimentaria pero muy eficaz –su disparo no superaba el alcance de 50 metros, pero a menos de esa distancia atravesaba una armadura-. Esta facultad de curar heridas también se desprende de algunos de sus nombres comunes  como hierba de las heridas o hierba del podador.

El otro nombre que compone el de la especie agrimonia está relacionado con la palabra griega argemone -remedio para la mancha blanca de los ojos-, y es que los griegos ya conocían otra de las propiedades medicinales de la agrimonia. En la actualidad, los colirios a base de Agrimonia eupatoria son más eficaces contra la conjuntivitis que muchos de los fármacos con cortisona que se comercializan.

También se emplea en gargarismos para aclarar y dar consistencia a la voz -al parecer algunos cantantes profesionales la utilizan-, o para combatir dermatitis y reacciones alérgicas, por sus efectos similares a los de los corticoides. En definitiva, la agrimonia es una farmacia natural en sí misma.

Agrimonia eupatoria pertenece a la familia de las rosáceas,  se desarrolla en herbazales húmedos, incluso algo encharcados, en zonas principalmente montanas y hasta los 1.500 metros de altitud. Se distribuye por casi todo el hemisferio norte, con excepción de las zonas más frías. En la Península, la podemos encontrar dispersa por toda su geografía, siempre que se den las condiciones climáticas y de altitud adecuadas. Florece desde el mes de mayo hasta septiembre. ÁNGEL S. CRESPO  para GUADARRAMISTAS

Agrimonia eupatoria. Porte.

Agrimonia eupatoria. Porte.



Ecballium elaterium. Pepinillo del diablo, elaterio, cohombrillo amargo, pepino de lagarto, pan de puerco, cogombre

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Ecballium elaterium.

Ecballium elaterium.

 

Ecballium elaterium pertenece a la familia de las cucurbitáceas, como el melón, la sandía, la calabaza o el pepino comestible. Sin embargo, a diferencia de estas hortalizas, Ecballium elaterium es un planta venenosa y su fruto, a pesar de su apariencia, similar a un pequeño melón de unos 5 cm, no es comestible, ya que además de muy amargo es también tóxico. El consumo de esta planta o de su fruto, provoca entre otros síntomas, fuertes diarreas con gran pérdida de líquidos, hasta el extremo de causar la muerte. No en vano, uno de sus nombres comunes es pepinillo del diablo.

El nombre Ecballium tiene en griego un significado equivalente a  “lanzar fuera”. Ello está directamente relacionado con la forma en que la planta dispersa sus semillas. El fruto, ese pequeño melón, posee una presión interna superior a la de los neumáticos de un vehículo. Cuando llega el momento de maduración, cualquier movimiento produce el desprendimiento de dicho fruto de su pedúnculo, y por la abertura resultante las semillas salen disparadas a una velocidad de 2 metros por segundo, o lo que es lo mismo, a más de 7 km por hora, lo que permite la dispersión y propagación de la planta. Es aconsejable no comprobar esta cualidad con el fruto cerca de la cara, así que mejor abstenerse de hacer experimentos por muy interesantes que parezcan.

Entre sus usos, Ecballium elaterium ha sido empleado desde muy antiguo como purgante y como cicatrizante, debido a la presencia de una sustancia llamada alantoína, presente también en otras plantas como la consuelda, o en la orina de los mamíferos. Como purgante, Hipócrates ya recomendaba mucha prudencia en su consumo y advertía de los efectos nocivos de una dosis excesiva de elaterio. Con el nombre de elaterio también se ha conocido y se sigue denominando a la sustancia amarga purgante procedente de la planta, denominación que además forma parte de su nombre científico.

El pepinillo del diablo es una planta herbácea postrada, es decir, se extiende por el suelo. Es común en el área mediterránea donde crece con facilidad en arcenes y barbechos sobre suelos nitrogenados. Necesita de mucho sol, por lo que no está presente en zonas húmedas o sombrías. Florece entre los meses de abril y octubre. ÁNGEL S. CRESPO  para GUADARRAMISTAS


Cirsium arvense. Cardo cundidor, cirsio

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Cirsium arvense. Cardo cundidor.

Cirsium arvense. Cardo cundidor.

 

El cardo cundidor Cirsium arvense es una de las pesadillas de los agricultores. A pesar de sus intentos por hacerlo desaparecer de los campos de cultivo, en especial de los de cereal, arrancarlo o cavar para sacarlo del suelo solamente propicia que se extienda con mayor rapidez, al fragmentar los rizomas que darán lugar a nuevas plantas. A ello contribuye la profundidad de hasta 3 metros a la que pueden encontrarse esos rizomas, y que hace muy difícil extraer entera la planta arrancándola o sacándola de cuajo sin romperla.

Al margen de estos inconvenientes, Cirsium arvense tiene propiedades medicinales muy interesantes. Ya desde antiguo se ha empleado en baños para aliviar varices y hemorroides por su alto contenido en taninos.  Además, tanto las hojas como los tallos, una vez pelados y hervidos, pueden ser consumidos, algo común con muchas otras especies de los denominados cardos.

Es frecuente encontrarla en bordes de caminos, claros de bosques, herbazales y campos de cultivo, en suelos profundos y ricos en nutrientes. Alcanza un metro de altura y florece entre mayo y septiembre. Su distribución comprende toda la Península Ibérica. ÁNGEL S. CRESPO para GUADARRAMISTAS


Oryctes nasicornis. Escarabajo rinoceronte, escarabajo rinoceronte europeo

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Escarabajo rinoceronte.

Escarabajo rinoceronte. © Ángel Sánchez Crespo

 

El escarabajo rinoceronte Oryctes nasicornis es junto a otro coleóptero conocido como ciervo volante, Lucanus cervus, el escarabajo más grande de Europa.

 

Es un insecto absolutamente inofensivo, a pesar de su tamaño –puede alcanzar los 6 cm de longitud- y su aspecto fiero -los machos presentan una especie de cuerno que recuerda enormemente al de los rinocerontes-.

 

Por no hacer daño, no lo hace ni a la madera de la que se alimenta, ya que las larvas, con aspecto de gusano de gran tamaño, se desarrollan durante años en raíces y tocones muertos, así como restos de madera en descomposición. En estado adulto su vida es muy corta, de apenas unos meses, y está dedicada a la reproducción. En ese período de madurez, el escarabajo rinoceronte europeo no se alimenta o lo hace ocasionalmente libando savia de los troncos de algunos árboles. Sus vuelos son potentes y para llevarlos a cabo necesita un gran desgaste energético, habida cuenta de su tamaño.

 

Por desgracia para este impresionante coleóptero, tiene tendencia a volar alrededor de farolas y fuentes de luz, por lo que acaba cayendo al suelo y pereciendo si finalmente no puede remontar el vuelo o es presa de algún depredador. Más triste es su fin si la causa de su muerte es un pisotón humano, algo que no hay que descartar cuando el hombre ignorante se topa con seres de aspecto “raro”.

 

Además de los depredadores habituales, como zorros, rapaces nocturnas y reptiles, las larvas del escarabajo rinoceronte son parasitadas por una especie de himenóptero, Scolia flavifrons, una avispa de tamaño gigante, acorde al que posee nuestro protagonista.

 

Los machos de estos coleópteros de la familia Dynastinae presentan una protuberancia en la parte frontal de su cabeza, un cuerno que emplean para escarbar en la tierra y ocultarse de sus enemigos, así como para luchar entre ellos buscando la atención de las hembras. Las luchas solamente pretenden voltear al contrario y demostrar la superioridad del más fuerte.

 

De estos escarabajos se dice que son capaces de mover el equivalente a 800 veces su peso, y están incluidos entre los animales más fuertes del planeta, ocupando el primer puesto en algunas de esas listas clasificatorias que a los humanos tanto nos gusta elaborar.

 

Oryctes nasicornis necesita, como otras especies de coleópteros, de la madera muerta. Por ello es importante un equilibrio en la limpieza y desbroce de los bosques. La presencia de troncos muertos, tocones, raíces podridas o frutos en descomposición es esencial para la vida de muchos seres, algunos de ellos no muy populares o desapercibidos a nuestro interés, pero tan importantes para nuestra biodiversidad como lo son las especies de aves o mamíferos que todos tenemos presentes. ÁNGEL S. CRESPO  para GUADARRAMISTAS


Plebejus pylaon hespericus, Kretania pylaon. Niña del astrágalo

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Plebejus pylaon hespericus. Niña del astrágalo.

Plebejus pylaon hespericus. Niña del astrágalo.

 

Una de las especies más escasas y amenazadas de la Península Ibérica es la denominada comúnmente niña del astrágalo. Según diferentes nomenclaturas taxonómicas la podemos encontrar en libros e Internet con las denominaciones Plebejus hespericus, Plebejus pylaon hespericus, Plebejus hespericus pylaon o Kretania pylaon. Parece que después de los últimos estudios flogenéticos, la denominación científica Kretania pylaon es la que debe emplearse en la actualidad.

Pertenece a la familia de los licénidos y está incluida en el Libro Rojo de los Invertebrados de España. En la Comunidad de Madrid está protegida y catalogada como sensible a la alteración de su hábitat.

En la Península, Plebejus hespericus pylaon se distribuye por puntos aislados y con pocos ejemplares exclusivamente en el sur y este de la Comunidad de Madrid, zonas noroccidentales de Toledo, Cuenca, Teruel (Serranías de Cuenca y Albarracín), Sierra Nevada y Sierra Morena.

Fuera de España la  presencia de esta rara mariposa se circunscribe al área mediterránea oriental –Grecia, Macedonia, Albania y Turquía-, suroeste de Rusia, norte de Irán, Oriente Medio, Rumanía, Bulgaria, norte de Italia y Suiza.

La niña del astrágalo recibe su nombre por su preferencia hacia el astrágalo Astragalus alopecuroides como planta nutricia. Las hembras de Plebejus hespericus pylaon ponen su huevos en las hojas de esta planta leguminosa para ser consumidas por las orugas resultantes tras la eclosión. Al igual que ocurre con otras especies de licénidos, las orugas de Plebejus hespericus son recogidas y trasladadas al interior de sus hormigueros por unas concretas especies de hormigas. A cambio de degustar una sustancia segregada por la oruga y que es del agrado de las hormigas, éstas le proporcionan cobijo y protección. Posteriormente, la oruga, ya fuera del hormiguero una vez trasncurridos los rigores invernales, pupa como crisálida en las plantas de Astragalus alopecuroides, normalmente en alguna planta cercana al hormiguero que le ha dado cobijo. Así se convertirá en el adulto que puede verse volar en los meses comprendidos entre mayo y julio, iniciándose de nuevo el proceso del ciclo vital.

En la actualidad, algunos entomólogos consideran que los ejemplares que vuelan por la geografía ibérica pertenecen a diferentes subespecies según la zona. Así, los del sur de la Comunidad de Madrid – Aranjuez – son catalogados como subespecie pardoi, los de Campo Real-Loeches, en Madrid, matildaegalani los de Toledo y hesperiicus, el resto.

Lamentablemente para esta rara especie, los ejemplares de Plebejus herpericus pylaon o Kretania pylaon de Sierra Morena parecen haber desaparecido, los de Sierra Nevada casi y los de Campo Real-Loeches, en Madrid, han sido diezmados por las obras públicas. Con este panorama, actualmente, solo queda una colonia relativamente bien representada en Aranjuez  (Madrid), que debería ser suficientemente salvaguardada para evitar su destrucción. No albergaremos muchas esperanzas, ya que para que las Administraciones tomen partido por la protección de una especie debe ser ésta mamífero o ave de gran tamaño, algo que nos parece perfecto, pero en nuestro medio natural hay, además, otros seres. ÁNGEL S. CRESPO para GUADADARRAMISTAS


75 aniversario de la muerte de Antonio Machado

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Homenaje a Antonio Machado en la Plaza Mayor de Segovia.

Homenaje a Antonio Machado en la Plaza Mayor de Segovia.

La relación de Antonio Machado con la Sierra de Guadarrama comenzó en su período de formación en la Institución Libre de Enseñanza, fundada por el maestro e ilustre guadarramista Francisco Giner de los Ríos. A la muerte de Giner, Antonio Machado le dedicó unos versos:

… ¿Murió?Solo sabemos

que se nos fue por una senda clara.

Diciéndonos: Hacedme

 un duelo de labores y esperanzas.

Sed buenos y no más, sed lo que he sido

entre vosotros, alma.

Oh, si, llevad amigos,

su cuerpo a la montaña,

a los azules montes 

del ancho Guadarrama. 

Allí el maestro un día

soñaba un nuevo florecer de España.

La vida de Antonio Machado continuó ligada a la Sierra de Guadarrama años después de su relación con la Institución Libre de Enseñanza. Después de una estancia de siete años en Baeza, tras la muerte de su esposa Leonor Izquierdo, Machado se trasladó a Segovia. Vivió entre los años 1919 y 1932, en la calle de los Desamparados, cerca de la catedral y de la Iglesia de San Esteban, en lo que hoy es la Casa Museo Antonio Machado, propiedad de la Universidad Popular de Segovia, que el propio Machado contribuyó a fundar.

En Segovia fue profesor de francés y en la ciudad castellana conoció a  una mujer madrileña llamada Pilar de Valderrama, su segundo gran amor tras la muerte de su esposa Leonor. Pilar de Valderrama o Guiomar, sobrenombre que Antonio Machado utilizó para ella en obras como Juan de Mairena, era una mujer casada y su relación fue siempre secreta.

Durante la Guerra Civil, Antonio Machado se traslado a Valencia y finalmente a Barcelona, desde donde partió camino del exilio a Francia con su madre. Llegó a Colliure el día 28 de Enero de 1939, veinticinco días después, el 22 de febrero de 1939,  murió.  Su madre lo hizo tres días más tarde que él. En uno de los bolsillos de la chaqueta de Antonio Machado se  encontró una de las últimas canciones escritas a Guiomar y también un verso:

Estos días azules

y este sol de la infancia…

La fatídica guerra le obligó apartar su mirada, aunque no su alma, de las tierras castellanas, de Segovia, de la Sierra de Guadarrama y de su querida Soria.

Ahora, 75 años después de su muerte, podemos recitar aquella oración que Rubén Darío escribió, aún en vida de ambos, en honor de Antonio Machado.

Misterioso y silencioso

iba una y otra vez.

Cuando hablaba tenía un dejo

de timidez y de altivez.

Y la luz de sus pensamientos

casi siempre se veía arder.

Era luminoso y profundo

como era hombre de buena fe.

Fuera pastor de mil leones

y de corderos a la vez.

Conduciría tempestades

o traería un panal de miel.

Las maravillas de la vida

y del amor y del placer, 

cantaba en versos profundos

cuyo secreto era de él.

Montado en un raro Pegaso,

un día al imposible se fue.

Ruego por Antonio a mis dioses,

ellos le salven siempre. Amén

No fue Antonio Machado (Sevilla 1875-Colliure, Francia 1939) un hombre excursionista, al menos por lo que se entiende como senderista. Tenía el poeta dificultades para caminar con soltura entre pendientes y en abruptos recorridos. Es más, tenía cierta torpeza para caminar incluso por lugares llanos. Tal vez por ello le mostraba su asombro a Ignacio Bolívar, uno de los más importantes entomólogos españoles al que decía “…insigne Bolívar, cazando saltamontes a sus setenta años, con general asombro de las águilas, los buitres y los alcotanes de la cordillera carpetovetónica…”.

Machado detestaba el deporte, la gimnasia, y lo hizo saber a través de su Juan de Mairena calificando como “…absurda y ambiciosa la expresión educación física…no hay que educar físicamente a nadie…, todo deporte es trabajo estéril, cuando no juego estúpido…”

Sin embargo, Antonio Machado contemplaba la Sierra de Guadarrama, viajaba frecuentemente desde Segovia a Madrid en ferrocarril. Amante de la grandeza del paisaje su inabarcable sensibilidad le hizo preguntarse:

¿Eres tu, Guadarrama, viejo amigo,

la sierra gris y blanca,

la sierra de mis tardes madrileñas

que yo veía en el azul pintada?

Por tus barrancos hondos

y por tus cumbres agrias,

mil Guadarramas y mil soles vienen,

cabalgando conmigo, a tus entrañas.

Camino de Valsaín/ Campos de Castilla

Sentimiento y homenaje difícil de superar para no ser senderista ni haber hecho noche nunca en las cumbres de Peñalara. ÁNGEL SÁNCHEZ CRESPO para GUADARRAMISTAS


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